domingo, 29 de septiembre de 2019

El médico de la agenda cerrada

El sentimiento de impotencia ante la desatención y la desidia de algunos empleados en la sanidad (en este caso privada) genera un estado de ánimo cargado de frustración e inseguridad en el paciente perjudicado. El día 27 de septiembre de 2019, conocí un caso que no me sorprende ni me deja indiferente. Una señora de algo más de 50 años fue, por enésima vez, a pedir cita para la consulta con un médico que visita en la clínica Quirón Palma Planas. A causa de dos tumores en la glándula tiroides este médico endocrino la visita anualmente desde hace cinco años. Cada vez que salía de la consulta la señora preguntaba a la secretaria del médico cuándo podía solicitar la fecha para volver al año siguiente. La respuesta siempre era la misma: de un año para otro no pueden dar cita porque la agenda del médico está cerrada, debía solicitarla a mediados del año siguiente. Ya se sabe, hay normas que no cambian y las impone quien puede imponerlas. 

Una vez transcurrido medio año de la última visita (diciembre de 2018), el primer día de julio, la paciente solicitó una nueva cita para la consulta. La respuesta fue la misma que hacía seis meses: “la agenda está cerrada”. La indicación de la persona que controla quién va a ser visitado y cuándo, le dice: “llame a principios del mes siguiente”. No obstante, le manifiesta que toma nota y le avisará una vez que la agenda del médico esté abierta. La paciente no recibe aviso alguno de la secretaria del facultativo y el uno de agosto, tal como la habían indicado, vuelve a llamar para obtener el día y la hora que debía ser atendida. La respuesta no varió del mes anterior: “la agenda sigue cerrada, llame a principios del mes siguiente, tomo nota para incorporarla por si se abre la agenda. El primer día de agosto, jueves, vuelve a llamar por tercera vez. La respuesta sigue inalterada: llame el mes de septiembre. La paciente le informa que necesita tener una fecha para poder solicitar la realización de la prueba que el endocrino necesita para continuar con el control de los dos tumores tiroideos. La respuesta es conocida: “la agenda del médico está cerrada” y añade la conocida coletilla: tomo nota, pero vuelva a llamar a primeros de septiembre. La visita debería ser en diciembre, aunque ya es poco probable que el médico la pueda visitar. 

El día 27 de septiembre, esta señora tuvo una revisión dental en el mismo hospital donde visita el médico de las agendas cerradas. Al terminar la revisión con la odontóloga, la paciente se dirigió  al mostrador donde están las administrativas que controlan las reservas para las pruebas radiológicas y las visitas para todos los médicos del hospital. La persona que la atendió le informó que el día anterior el endocrino por quien preguntaba tenía la agenda cerrada, pero iba a hacer la comprobación ¡Oh, sorpresa! La agenda se había abierto ese mismo día por la mañana y a eso de las doce del mediodía se había vuelto a cerrar llena con citas de pacientes hasta el 11 de diciembre. 

La decepción fue enorme. Después de llamar periódicamente según le iban indicando, después de asegurarla que tomaban nota para, una vez se abriera la agenda, incorporarla y poder ser visitada, había vuelto a quedar excluida. Sospecha que todo es una farsa, con un criterio de dudosa equidad que permite discrecionalidad en la anotación de la agenda que otorga derecho a ser visitado por el médico endocrino. Nadie sabe cuándo se va a abrir la agenda del médico y a quién van a incorporar a lista de visitas. La mujer se lamentaba preguntándose ¿Cuándo el engaño de los avisos a pacientes como ella iba a finalizar? ¿Cuándo iba a ver seriedad y acabar con las inciertas aperturas y cierre de la agenda del médico? Ya no dudaba que transcurrido un año de la anterior visita difícilmente iba a ser atendida en el mes que el médico le indicó. 

Un médico del hospital, que conocía desde hace algunos años, le sugirió que se dirigiese a la consulta del endocrino y preguntase a la persona que allí estuviese qué debía hacer para quedar inscrita en la misteriosa agenda. Una vez que la paciente estuvo delante de la secretaria le formuló la pregunta, la respuesta fue: “figurar en las listas de consulta es difícil porque el facultativo es una eminencia y tiene muchos pacientes”. Cuando escuché la respuesta que había recibido la señora, recordé que tengo un primo segundo que está en el Vaticano y es Eminencia por ser cardenal.


Nota aclaratoria: Algunos lectores me han preguntado si la figura del Cardenal es real. La respuesta es afirmativa. A fecha de hoy vive, era primo hermano de mi madre y hace unos meses el Papa Francisco le nombró Su Eminencia Cardenal Aquilino Bocos Merino.

sábado, 28 de septiembre de 2019

De vez en cuando

De vez en cuando es una expresión que va adosada a la vida cotidiana de algunos jubilados.

De vez en cuando me despierto por la mañana sin notar el dolor en la rodilla con el que me quedé dormido la noche anterior.

De vez en cuando veo el autobús en la parada, con los pasajeros dentro, y el conductor tiene la amabilidad de esperarme.

De vez en cuando entro en algún lugaralguien me da los buenos días.

De vez en cuando puedo ver a personas que caminan por las aceras sin correr.

De vez en cuando alguien me mira y reconoce en las arrugas de mi cara su futuro.

De vez en cuando me asomo a la ventana de mi habitación y me alegro de no tener que levantar la cabeza para ver el cielo azul.

De vez en cuando se desliza por la mejilla de mi cara una lágrima triste al leer en la prensa el fallecimiento de una persona que en algún momento de mi vida aportó conocimiento a mi a continuo aprendizaje.

De vez en cuando noto al pasear por las calles de mi ciudad la suavidad de la brisa al atardecer.

De vez en cuando suena el teléfono de casa y al responder oigo la voz agresiva del comercial de alguna compañía de telefonía, internet y televisión que cuelga maleducadamente al indicarle que no me interesa la “extraordinaria” oferta que me hace.

De vez en cuando un sueño se convierte en un viaje corto.

De vez en cuando un viaje corto es un gran sueño.

De vez en cuando percibo que las distancias más cortas son las más difíciles de recorrer.

De vez en cuando se alejan los indeseables y se acercan las personas amables que hacen más cómoda la vida.

De vez en cuando leo un libro y disfruto de cada palabra escrita.

De vez en cuando paseo cerca de la arena de la playa acompañado por el “camino del sol”.

De vez en cuando también es una expresión íntima que se refiere a los instantes del día en los que me emociono porque mi mujer me dedica una sonrisa al fijar mi mirada en sus alegres ojos de color verde-grisáceo.

De vez en cuando solo es de vez en cuando.